martes, 21 de agosto de 2007


Vida nacional Por: Pablo Hiriart

Un partido fuera de la ley

Lo que faltaba: un partido político acordó en su Congreso Nacional que no va a dejar entrar a la Cámara de Diputados al Presidente de la República porque “es ilegítimo”.
Ese partido, el PRD, ha decidido por encima de las instituciones del país que el jefe del Ejecutivo no tiene legitimidad y por tanto van a impedir que cumpla con el deber constitucional de informar el primero de septiembre.


Ah, pero acordó también ese Congreso perredista que el próximo año sí van a dialogar con él, en el marco de un nuevo formato para el Informe presidencial.
O sea, Felipe Calderón Hinojosa es ilegítimo este año —por eso no lo dejarán subir a tribuna—, pero va a ser legítimo en 2008, cuando ellos van a debatir en el Congreso con el Presidente.

¿Por qué? ¿Cómo está eso de que en 2007 hay presidente ilegítimo y en 2008 no?

¿Están pensando en dar un golpe de Estado para instalar en Palacio Nacional a su presidente legítimo?

Con su acuerdo, el PRD está poniéndose, de manera deliberada y explícita, por encima de las instituciones y fuera de la ley. ¿Qué pretende?

Los encargados de realizar y validar las elecciones presidenciales son el Instituto Federal Electoral y el Tribunal Federal Electoral del Poder Judicial de la Federación, no un partido político.

Si los partidos van a suplantar las facultades constitucionales de los órganos electorales, será únicamente porque los encargados de aplicar la ley tienen miedo de hacerlo y permiten que así ocurra.

¿Ni una multa le van a poner al PRD por su desacato a la legalidad?

Suceda lo que suceda, la resolución que tomó el PRD en su cónclave, por unanimidad, nos indica que han perdido el contacto con la realidad.

El promotor de ese resolutivo, el senador Carlos Navarrete, dijo que “los legisladores del PRD no aceptarán la presencia en la tribuna del Congreso de quien no cuenta con la legitimidad que sólo da una elección democrática”.

Y el encargado de decir quién es legítimo y quién no, es el Congreso Nacional del PRD.

¿Quién les dio esa facultad a los perredistas?

¿Quién los eligió para desempeñar esa función?

¿En qué momento el Poder Legislativo modificó la Constitución para darle al PRD el poder de calificar la legalidad de los procesos electorales y a las autoridades que de ellos emanan?

La decisión que tomó el Congreso del PRD no resiste siquiera su propia lógica.

Si no puede ocupar la tribuna del Palacio Legislativo de San Lázaro “quien no cuenta con la legitimidad que sólo da una elección democrática”, ¿cómo es que ellos, los senadores y los diputados del PRD, hacen uso de la tribuna?

Los senadores y los diputados del PRD fueron electos en los mismos comicios en que lo fue Felipe Calderón como Presidente.
Fueron los mismos ciudadanos los que votaron, los que contaron los votos, las mismas autoridades las que organizaron la elección y los mismos magistrados los que validaron la elección.

¿Por qué ellos sí pueden hablar en San Lázaro y el Presidente no, si fueron producto de la misma elección?
Si el Presidente es ilegítimo, entonces los diputados y los senadores también lo son.

Pero si creíamos que con ese resolutivo del PRD ya lo habíamos visto todo, la realidad nos ha dicho nuevamente que siempre puede suceder algo más descabellado.

Emilio Gamboa Patrón, coordinador de los diputados del PRI, declaró ayer que “es indispensable que el Presidente haga un profundo análisis y valore la actitud que asumirá, de manera que no se genere un ambiente de crispación”.

Bueno, ¿en qué mundo estamos? Gamboa Patrón llama a la prudencia al Presidente, que va a ir a cumplir una obligación constitucional, y no al PRD, que se puso por encima de la ley y anunció que va a impedir el Informe.

O sea, como ya se sabe que el PRD no respeta la ley, entonces hay que pedirle al Presidente que por favor no los haga enojar más.
Bodegón

Rectificamos: tiene razón López Obrador al decir que en el PRD no hay caudillos. Eso es verdad. Porque caudillos han sido, para bien y para mal, Charles de Gaulle, Francisco Franco, Huari Bumedienne… López Obrador no es de ésos. Es cacique.

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